martes, 23 de octubre de 2012

¿BENDITOS 40?

Antes, para ser una persona realizada, había que “plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo”. Ahora, con eso de que todo se acelera, parece que con “tener una maceta en la ventana, escribir un post en un blog (aunque sea ajeno) y hacer lo necesario para tener hijos”, ya puedes sentirte completo. Todo va tan deprisa que no se puede dedicar tanto tiempo a cosas como un libro completo, ver nacer un hijo o cómo crece tu árbol. Así que, adaptándome a los tiempos modernos, ahora que estoy hecha una jovencita otra vez, voy a escribir un post independiente, que no sea un comentario a alguno de los posts de nuestro apreciado Daniel Cuñado (a quien os recomiendo seguir, “un bosque de matices”, en http://danielcunado.wordpress.com/).
Ya que hablamos de sentirse realizado, hablemos de las edades. ¿Hay alguna edad mejor que otra? Pues yo aun no lo sé.

De los 0 a los 6 años aproximadamente, no te preocupa mucho la edad. Quieres ser grande (porque tú ya no eres pequeño), pero no sabes cómo de grande exactamente. De los 7 a los 10 años sabes que quieres ser como los de 14 años, mientras que al llegar a 14, los 18 años es la edad perfecta. Esa edad en la que ya eres “oficialmente mayor”. Puedes conducir, beber, pasar de tus padres y hasta irte de casa. Si quisieras podrías trabajar para ganarte "unas perrillas" que te permitiesen hacer ese viaje con amigos al “fin del mundo”, viaje sobre el que intentas convencer a tus padres de que es LO MEJOR QUE PUEDES HACER EN LA VIDA. “¡Nunca me dejáis hacer nada! ¡Coartáis mi libertad!”, olvidando que te han permitido ir mil veces a casa de tu amigo a dormir y trasnochar, que ya se han rendido a tu horario de vuelta a las 3-6 de la madrugada, que te están pagando la Universidad privada que has elegido (y que les cuesta un ojo y un riñón), y que sólo rezan por no encontrarte en SU cama con la novia o novio inminente a quien ven que has echado el ojo… (estos chicos de hoy).
Esas edades son estupendas. Primero por ser un espíritu libre, luego por querer salvar el Mundo con tu bondad (y a ser posible con el dinero de tus padres en tu hucha del DOMUND), y en la mayoría de edad porque descubres que no es el Mundo en general el que quieres salvar, sino tu mundo particular, con sus conflictos, juergas, pocas ganas de estudiar y muchas ganas de monear con otros adolescentes.

Llega la década de los veinte. Habitualmente es cuando empezamos a trabajar (si es que no hay crisis...) y descubrimos que sí, que se puede ser independientes de papá y mamá. Que hay unos plastiquitos que entregas en las tiendas, los pasan por una máquina, tecleas un número y a cambio ¡te dan la camisa de tus sueños! O esos zapatos que te alargan la pierna hasta no tener fin… Época dorada para viajar, gastar el dinero en tu propio cuerpo y placer, sin mesura, pensando a veces “tal vez debería ahorrar para comprar un piso”, aunque llegas a la conclusión de si los europeos más avanzados viven de alquiler por algo será, y dejas que sean otros los que se lo compren… (especialmente porque tú no tienes dinero, ni de lejos para poder comprarlo). Sigues coqueteando con los elementos del otro sexo (si es que es el sexo contrario el que te gusta, como es mi caso).
La década de los treinta suele ir unida al emparejamiento, con o sin hijos. El Amor, ese loco que nos traía a mal traer, que nos hacía subir y bajar en la montaña rusa de los sentimientos, ha logrado asentarse en nuestras vidas de un modo apacible y estable. No tiene por qué ser desapasionado, al contrario, puede ser más divertido aún. Es mucho mejor poder quedarse juntos en casa, que tener que acompañarte cada noche, y despedirse en el portal con un beso para, a continuación, asomarse a la ventana por si aun no se ha ido, y lanzar una sonrisa (ahora sería un mensaje de whatsApp diciendo “ya te estoy echando de menos”…). Ya no "tonteas" tan abiertamente con los otros objetos de “deseo sexual”, pues el tuyo está cubierto. O al menos bastante cubierto. Te lo pasas en grande con tu pareja, haciendo planes, viajando (sin tener que pedir permiso ni dar explicaciones). Tomas decisiones relevantes, y parece que los pilares de tu vida están asentados.

Entonces te alcanzan los CUARENTA… los temidos CUARENTA. Esa etapa donde hablan de la crisis de los tales años, donde dicen que lo que no hayas hecho a los veinte lo haces ahí. Y cuando lees eso, te paras a pensar, y te dices: ¡BENDITOS CUARENTA! ¡ASÍ QUE AHORA PUEDO HACER LO QUE NO HICE! Es entonces cuando descubres que esa década es absolutamente divina. Que te encuentras en forma, que tienes muchas ideas claras (o al menos más claras que hace 20 años…), que no te escandalizas tan fácilmente. Que un Si es un Si y que un No es un No, y que te pones el Mundo por montera con más facilidad. Comienzas a dar gracias por haber llegado a esa década TAN GLORIOSA DE TU VIDA. Peter Pan, El País de Nunca Jamás y el Principito vuelven a acompañarte a diario. Ya te importa un bledo ser ese gran ejecutivo de éxito. Sabes que el éxito se traduce en lo feliz que seas, tú, y los que te rodean. Has descubierto que ESO no tiene precio. Con tener dinero suficiente para vivir holgadamente y tener algunos caprichos, casi te vale… De pronto puedes mantener interesantísimas conversaciones con personas de tu propio sexo y del sexo opuesto, divertidas como nunca por la sinceridad descarnada y la ironía que contienen, reconociéndonos en ellas con nuestras limitaciones y miserias. EL SENTIDO DEL HUMOR LOGRA GANAR TERRENO A PASOS AGIGANTADOS. Dejas de juzgar (si quieres), para pasar a aceptar más… Descubres que eres “un adolescente” con 25 años de “sabiduría” a tus espaldas. Constatas que te sigue gustando jugar, hablar de bobadas, aprender cosas nuevas...; vuelves a elegir “amigos de tu adolescencia”, de tu segunda adolescencia. Ya desde la década de los 30 vas eligiendo amigos que se vuelven incondicionales, y a los que te unen vínculos que jamás hubieras sospechado. Pero en la década de los cuarenta esta capacidad de “encontrar iguales” se potencia y acelera hasta velocidades insospechadas.
A los cuarenta de repente hay quien decide subirse a un escenario sin rubor, estudiar la carrera soñada, cambiar de trabajo y empezar como becario, casarse, echarse un amante, separarse para "volver a vivir", leer cuentos a los hijos todas las noches, organizar verdaderos campamentos con ellos, tomarse un año sabático para viajar, buscar de nuevo la emoción en el matrimonio, lanzarse en paracaidas o atender un taller de literatura. DESCUBRES QUE, por fin, PUEDES HACER REALMENTE LO QUE QUIERES (si es que no lo venías haciendo ya…). Aunque, si te paras a pensarlo, a los 20 años ya podías hacerlo… simplemente que estabas estudiando una carrera, en lugar de atender las órdenes de un jefe, o de serlo tú. Recordad esa idea: "a los 20 ya podías hacer lo que querías".

Pero ¡Oh, Dios mío!, tienes en el horizonte los temidos 50… ¿Qué será de mí entonces? ¿ADIOS JUVENTUD? Es ahí cuando caes en que tu madre, esa que ya tiene casi 70, dejó de ser ama de casa a tiempo completo a sus sesenta años (más o menos), y que ahora eres incapaz de seguirle el ritmo, tanto mental como físico. A sus años, ¡te da mil vueltas! En lugar de retroceder en capacidades, cada vez las va depurando más… Es la "juventud de la madurez".

Y te vuelves a fijar, y ves a tu tía-abuela, que a los 86 años seguía conduciendo y jugando al golf hasta que por un lamentable accidente doméstico se rompió la cadera y el brazo (volvió a caminar perfectamente). A los 90 años te llamaba para ir a las rebajas y comprar las cremas hidratantes para la cara para ¡¡todo un año!! Volvió a romperse la cadera y volvió a caminar, gracias a la voluntad de hacerlo, acompañada de ejercicios diarios y fisioterapeutas. A sus 96 años lee dos periódicos todos los días, hace reír a mi hijo con más habilidad de la que lo hago yo, lleva el pelo y la ropa siempre impecables, y se va a volver a agujerear las orejas para llevar los pendientes a la boda de su sobrina, para ir perfecta aunque tenga que ir en silla de ruedas. La observo y pienso: “esta mujer tiene muchas más ganas de vivir que yo, teniendo muchos menos motivos aparentes”.
Y no sólo ella: mi abuelo, que murió prematuramente a sus 94 años, a pesar de sus ganas de vivir: aguantó todo lo que le permitieron sus fuerzas, comunicándose incluso cuando ya no podía hablar con la boca, sino sólo con los ojos. O su hermano, también con los 90 años ya cumplidos, que jugó un sábado al golf, el lunes se resfrió y el martes se murió de una neumonía… Así, sin despeinarse… (debo reconocer que tampoco lel quedaba mucho pelo).

Todo ello me lleva a concluir que cada edad tiene su emoción, su misterio, su vida… que en cada momento hay unos motivos para seguir viviendo. Y, sobre todo, que es la cabeza la que decide que merece la pena seguir viviendo y disfrutando de la vida. No debemos temer cumplir años, sino que, al contrario, lo importante es llegar a cumplirlos. LA JUVENTUD ESTÁ DENTRO DE NUESTRA CABEZA, en nuestro pensamiento. Síempre está en nuestra mano hacer lo que queremos, seguir siendo jóvenes. Esa es la magia de ser libres.
Si para aprender eso hay que llegar a los 40, ¡BENDITOS 40…!
¿Qué opináis vosotros al respecto? ¿Es muy distinto vuestro sentir, o se parece en algo a esto?


Fdo: Alborozo

PD: reflexión dedicada a todos esos amigos adolescentes, espíritus libres, que me acompañan cada día, que son unos cuantos... :)

12 comentarios:

  1. Pues todavía no he entrado en la cuarentena, pero espero que sea como la describes :)
    Muy buen post. ¡Y vaya longevidad en la familia!

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  2. Gracias, Sara. Ten presente que es la cabeza la que nos hace jóvenes. Salvo que tengamos problemas físicos que lo impidan, la juventud siempre dependerá de nosotros. Verás como vives una década de los 40 magnífica ;)
    Gracias por tu comentario.
    un abrazo
    Alborozo

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Pues si, así es!!! y lástima de los que envejecen prematuramente!!! conozco a varios, que es lo que han decidido hacer sin haber llegado aún a los 50. Los longevos de tu familia son un buen ejemplo para todos. Hay una ciudad en Japón donde la media de edad son los 105 años, y los estudios que se han llevado a cabo son concluyentes: la alimentación y tener un motivo cada día para levantarse. La mayoría de ellos tienen un huerto que trabajan día a día. Este post sólo podrías haberlo escrito ahora, con 20 ni te lo plantearías....muy bien escritora :-)

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  5. Me ha encantado Alborozo,he disfrutado con su lectura. La verdad es que comparto plenamente tu visión de los 40, es "tal cual", ni le quitaría ni le añadiría nada.

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  6. Qué razón tienes, Amelie: un motivo para vivir, y buenos alimentos... veo que tú también estás decidida a seguir siendo una jovencita. :)
    Gracias por tu comentario.
    Alborozo

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  7. Gracias a ti, Sucuga1. Los 40, maravillosa década. "Señora de las cuatro décadas, es usted la amalgama perfecta entre experiencia y juventud" (Ricardo Arjona).
    Un beso.
    Alborozo

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  8. No entiendo nada...fa vint anys q tinc vint anys...peter pan esta cenando en mi casa ... que quereis q le pida?

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  9. Macavi, pídele que se quede. Sin enredar mucho, pero que se quede. #LaMagiaDeVolar
    Si no lo entiendes ahora, tal vez lo hagas más adelante.

    Disfruta mucho de tus veinte, maravillosa edad. :)
    Alborozo

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    1. ¡Jajaja! Macavi, perdona, creo que lo que decías es que "hace 20 años que tienes 20 años"... Esa es la idea, ese es el espíritu. Disfruta de tu momento. Saludos a Peter.
      Un abrazo
      Alborozo

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  10. Da gusto leerte Alborozo, y da mucha tranquilidad el comprobar que la vida da a todo el mundo nuevas y nuevas oportunidades para ilusionarse, aunque pasen los años, las infancias, las adolescencias y las juventudes. Quizás eso nos demuestra que la vida es un regalo que Dios nos da con muchas más páginas en blanco de las que a veces suponemos. Precisamente estoy ahora releyendo uno de mis totems de la adolescencia, "Veinte años después", el libro con el que Alejandro Dumas continuó la historia de "Los tres mosqueteros", solo que con la particularidad de que ahora los cuatro [sí, son cuatro, todos lo sabemos, ¿no? ;-)] son cuarentones (cuarentones del siglo XVII), ¡y cómo se lo pasan!.
    Muchas gracias por el blog, ¡todos para uno y uno para todos, sea a la edad que sea!.
    Jorge

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  11. Hablando con una persona mayor que nosotros, me dijo que "la mejor edad" es "aquella en la que tienes en cada momento". Probablemente tiene razón. ;)

    Voy a tener que leerme las aventuras de los mosqueteros cuarentones, prometen mucho. :)
    Si, afortunadamente, las páginas de nuestras vidas están en blanco, y es a nosotros a quienes toca escribirlas.
    Muchas gracias por tu comentario. Creo que seguiría escribiendo sólo por tener el placer de leer tus palabras...
    Un abrazo. Alborozo

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