jueves, 1 de noviembre de 2012

DECIDÍ NO ENTRAR...

“Decidí no entrar porque hoy tenía partido”, le ha dicho. “Pero estuve en la puerta. No llegué a comprar la entrada. Todo gracias al partido”
Le mira con esos ojos adolescentes, que no terminan de entender lo que ha pasado.
“Pero mi amigo estuvo allí, y me contó en directo cómo moría. Una de las chicas a las que arrollaron quedó cerca de él. Pudo ver perfectamente la angustia de su agonía, y hasta el momento de su muerte. No pudo hacer nada. Sólo enviarme mensajes a través del Whatsapp, porque ni él mismo se creía lo que estaba viendo”.
“Mamá” le dice, “me he librado por los pelos. No sé por qué pasan estas cosas, pero me he librado. Aunque ha pasado cerca… Mis colegas están muy afectados: ellos sí que lo han vivido en directo, e impresiona mucho.”

Son palabras de mi sobrino. Ayer se quedó en la puerta de Madrid Arena. Terminó yéndose al parking con unos amigos. No entró.
No nos damos cuenta, pero a diario tomamos decisiones que nos llevan por un camino u otro. Nos salvan o nos pierden. Esas pequeñas decisiones son determinantes de nuestro destino. Estar en Zara o en Carrefour cuando lo asaltan; perder un avión por no llevar el DNI de uno de tus hijos, y descubrir que, horas después, ese vuelo se ha estrellado, y no quedan supervivientes; olvidarte de comprar aceite en un supermercado y resultar que tenía una de las partidas contaminadas con “Colza”. Conducir tu coche, cambiar de ruta para variar, y oír en las noticias que por tu camino habitual ha habido una trifulca con unos manifestantes… O tener un partido al día siguiente, y decidir quedarse fuera para irse antes.
Llega la pregunta: “¿Por qué?” ¿Es puro azar? ¿Suerte? ¿Estaba predeterminado?
Este pensamiento vale tanto para “de la que me he librado”, como para “gracias a aquel aparente error, me ha sucedido algo bueno”. Me perdí por la calle, y encontré esa tienda de cosas raras que tanto me gusta. No me contrataron en ese puesto para el que tanto me preparé, pero como seguí buscando empleo, días después leí en el periódico una oferta mejor, y, al estar disponible, me contrataron… Tenía una reunión en la que me iban a echar una reprimenda por ocupar demasiado a un compañero, al repartir el trabajo espontáneamente, y se vuelven las tornas de manera que descubren que, de hecho, estoy ejerciendo como coordinador superior de varios, y me promocionan, redistribuyendo pesos de trabajo y tareas.
En estos casos no nos preguntamos tanto “¿por qué?”. Más bien lo aceptamos como algo natural, o como un golpe de suerte, si bien es algo que nos cuestiona menos.
Cada día creo menos en las casualidades. No obstante, cuando es algo tan trágico como la muerte de estas jóvenes, no cabe en mi cabeza que estuvieran predestinadas a ello. A morir en ese momento, fuera de un modo u otro. Como aquella chica, que perdió un vuelo de Air France, salvándose del accidente, pero una semana más tarde falleció en un accidente de tráfico.
Si la muerte fuera de unos terneros, perros, o cualquier otro animal, no nos planterariamos nada de mayor trascendencia. Forma parte del ciclo de la vida y la muerte. Genera cierta lástima, no mucho más. Cuando afecta a vidas humanas, surge otra reflexión...
Sucesos como el de anoche me superan: en esos casos sí prefiero pensar que es mala suerte o puro azar (unido a los empujones derivados de una falta de civismo generalizada, o por el miedo provocado por la incertidumbre de quedar atrapado). Estar en el sitio equivocado en el momento inoportuno. No quiero aceptar que era algo que formaba parte de un plan preconcebido. A lo sumo acepto que podamos tener, en momentos concretos, cierta tendencia a sufrir accidentes, evitables, que si se suman una serie de circunstancias, nos llevan al desenlace fatal.
No lo sé. En casos así, no sé qué pensar. Dicen que el destino está en un 85-90% en nuestras manos, y ese 15-10% restante que queda en manos de los avatares de la vida es el que nos lleva a tener grandes éxitos tipo "pelotazo", o desgracias accidentales inesperadas.
Avatar me explicó hace años que el viento puede soplar en un sentido, pero que somos nosotros los que manejamos las velas: decidimos nuestro destino y cómo llegar a él. Estoy de acuerdo con ella. Ahora, en ese navegar, a veces tenemos incidentes con los aparejos, o incluso podemos llegar a naufragar por encontrarnos con una tormenta inmanejable, como les ha sucedido a estas tres chicas.
¿Vosotros qué creéis? ¿Que tenemos nuestro destino más o menos marcado, o que lo controlamos nosotros? ¿Existe la casualidad, o no?
Fdo. Alborozo
Nota: la noticia que me ha llevado a escribir esta publicación es la del enlace que adjunto más abajo. Desde aquí quiero enviar todo mi cariño y mi más sincero pésame a las familias de las chicas fallecidas. Creo que no hay palabras que les puedan consolar… Ojalá tengan dónde encontrar consuelo.
Cosas tan absurdas no deberían suceder nunca.
http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/01/madrid/1351752504.html

5 comentarios:

  1. No estoy de acuerdo, no creo que nosotros decidamos "tanto". ¿Qué decidió realmente que fueran esas pobres chicas las que han muerto, y no otras? Algo (para mí llamado Dios), ya había decidido por nosotros. Seguro que un solo segundo en cualquiera de los hechos que ocurrieron ayer, habrían cambiado los hechos, ya sean nombres, número de heridos...pero son los que son. Y, si fuera familiar de alguno de los afectados, me preguntaría por qué, pero viéndolo desde fuera, lo tengo muy claro.

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    1. Si, seguro que un sólo segundo hubiera cambiado todo. Pero el libre albedrío está ahí. Podemos elegir. Incluso Dios, para quien crea en Él, con todo su poder, nos hace libres de elegir. Y las elecciones nos llevan por un camino o por otro. Ahora, una vez sucedido, ya no cabe lamentarse ni pensar en los "y si..." ("y si no huibera ido", "y si no le hubiera dado permiso", ...). Los "y si" son demoledores. Lo difícil es aceptar lo sucedido para seguir viviendo en paz. Nada fácil.

      Quizá tenga fijadas distintas posibles "fechas de reunión con Él", de modo que las vamos "esquivando" hasta que una de ellas se convierte en definitiva...
      Muchas gracias por tu comentario, Sara.
      Un abrazo
      Alborozo

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  2. La cuestión es peliaguda, pero no cabe duda que si conducimos nuestro coche a 200km/hora, o bebemos todo el alcohol que aguatamos o vamos a fiestas de 9.000 personas, o nos comportamos de forma loca, o tonteamos con las drogas, etc... estamos corriendo mayor riesgo de que nos pase algo que si somos prudentes. De igual forma, pasa con las cosas buenas.
    Sin embargo, hay algunos acontecimientos de nuestra vida que escapan a nuestra decisión, pero que siempre tienen un porqué, aunque tardemos toda la vida en darnos cuenta.
    Conocí a una persona que me contó que cuando acabó la carrera de ingeniero industrial siendo el ingeniero mas joven de España, se empeñó en entrar en la academia militar y que siempre le suspendían. Llegó un momento que decidió desistir y montó una constructora llegando a ser una de las mas importantes de la época y haciendole muy rico. Fijate, si hubiera aprobado la exámen para entrar en la academia militar, hubiera participado en la guerra civil y a lo mejor hubiera dejado viuda y tres hijos. Pero no fue así. Al supender, tuvo que elegir otro camino y ya ves, se convertió en millonario y pudo ayudar, además a familias menos afortunadas que él.
    Muchas veces sabemos porqué estamos donde estamos, porqué nos pasan las cosas que nos pasan y la misión que tenemos en la vida. Sin embargo, hay acontecimientos tan sumamente dolorosos, como la muerte de un hijo, que quizá nunca llegas a saber porqué ocurrió y dejas de buscar y de encontrar el sentido a muchas cosas de la vida.
    Espero que las familias que sufren esa pérdida tan horrible, lleguen a encontrar la paz y el consuelo.

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  3. Hola Anónimo,
    muchas gracias por tu comentario, es muy descriptivo. Sí, el tema es muy delicado.

    Como tú, soy de la opinión de que todo tiene un "porqué"; y si no lo tiene en sí mismo, nosotros somos capaces de encontrarlo, al hilar los acontecimientos y llegar a aquel que justifica lo sucedido. Así lo vivo, incluso en los acontecimientos tristes. Procuro buscarles un sentido. Aprender de ellos. Descubrir algo nuevo que, sin esa experiencia, no hubiera podido ver.

    En el caso de tu amigo, ciertamente queda muy claro que le mejoró la vida. Ahora, me pregunto lo siguiente: si hubiera llegado a ser militar, tal vez hubiera ido a la guerra, y cabe la posibilidad de que fuera el soldado que ayudó a un niño que, años más tarde, estudió medicina y resultó ser el médico que salvó a la mujer de tu amigo de una grave enfermedad...

    Posiblemente somos las personas las que hacemos que lo que nos sucede cobre sentido, según los ojos con los que miremos lo que nos sucede.

    ¿Puedes percibir que hay personas a las que todo le resulta amargo, todo le viene mal (incluso siendo algo bueno, encuentran pegas), mientras que hay otras personas que siempre sacan jugo a la vida, incluso de las desgracias?

    ¿Es nuestra cabeza la que hace que aprovechemos los momentos, y no los consideremos casuales, sino que estaban ahí, preparados para nosotros? Por tanto, desde este punto de vista, es merito nuestro el saber verlo, cuestión de actitud. ¿O realmente los acontecimientos estaban esperándonos?

    Encontrar sentido a la muerte de un hijo es dificilísimo. Tal vez a lo que haya que buscar sentido es a su vida, a lo que hemos compartido con él, a lo felices que nos ha hecho. Sin ese hijo, nos hubieramos perdido grandes momentos que SÍ hemos llegado a vivir. Dar gracias por haberlo tenido, más que llorar indefinidamente por haberlo perdido (OJO: EL DUELO ES ALGO NECESARIO).
    Una vez fallecido, pienso que lo único que nos queda apreciar es el cariño de todos los que nos rodean, que se unen a nosotros para que volvamos a salir a flote mientras encajamos ese enorme golpe. Y descubrir que somos mucho más fuertes de lo que creíamos...

    Un abrazo,
    Alborozo

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  4. Por el inmenso contenido humano, incluyo dos mensajes que Angel Maria Esteban Sanz ha enviado a sus seguidores de Facbook. Los mensajes están abiertos al público. Su actitud resulta ejemplar.
    Es el padre de Katia, una de las chicas fallecidas.

    Alborozo

    Mensaje 1:
    Gracias a todos por vuestra compañia, ya sea virtual o fisica,como la que nos han ofrecidos, amigos y vecinos, a todos gracias.
    Duro es lo que ha pasado, solo me reconforta saber que sus ultimas palabras fueron:Dile a mi padre que le quiero.
    He te nido las hijas mas maravillosas que puede desear un padre y solo deciros a los que sois padres que no perdais ni un minuto en decirselo a los vuestros. Ella en esa noche me lo dijo dos veces, cuando la deje con sus amigas en el metro (un beso papi,te quiero) y otro cuando sabia que no iba a volverme a ver.
    Katia te quiero y tu hermana y yo te vamos a echar mucho de meno

    Mensaje 2:


    Pido perdon a todos losamigos que me escriben por el chat por no contestarles, pero me es fisicamente imposible realizarlo por la cantidad de mensajes que recibo. Lo que si hago es leeros y os agradezco en el alma los apoyos y palabras que me dais.
    Gracias de corazon. Intentare hacerlo encuanto meseaposible, en cualquier caso este es vuestro muro. Solamente indicaros que no me gustan los insultos y soyuna persona que cree que con voluntad ppodemos conseguir lo que nos propongamos.
    Os quiero a todos y mas en estos momentos de dolor por los que pasamos.

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