lunes, 5 de noviembre de 2012

La Leona de Castilla


Después de una conversación en twitter, en la que me he perdido 10 veces por lo menos, he sido consciente de que en nuestra casa, desde hace tiempo, nadie tiene puesto fijo. Según el estado de ánimo, cada un@ coge un puesto en el ranking de hermanos. ¿qué quieres achuchones y cariño? Pues te haces pequeñ@; ¿que te apetece mandar?... también te haces pequeñ@; otro día eres más sensato y subes 3 puestos. Si encima incluyes a los sobrinos/hijos, en menos que canta un gallo estás jugando un partido de madres (sin ser la suya), o yéndote de viaje para animar a grito “pelao” al equipo en cuestión. Luego, si vas al Bernabeu, al cantar la canción de los hinchas, tienes cierta tendencia a animar al equipo del familiar en cuestión y no al Real Madrid porque no te sale natural. Los sobrinos también pueden ser hermanos mayores sin darse cuenta, sobre todo cuando intentan ligar con nuestras amigas, las cuales les sacan unos 20 años. En definitiva, y tal y como presume Avatar, en casa somos “clan”.

Esta noche os contaré cómo Alborozo ejerció su papel de jefa de la camada en una despedida de soltera.

Por estas fechas, hace ya algunos añitos, una de nosotras decidió dar el paso al universo desconocido del matrimonio. Se acordó ir todas de negro para la reunión. La homenajeada se diferenciaba de las demás porque llevaba un conjunto ideal de ropa interior comprado en el mercadillo. El estampado era de flores rosas, con una tela MUY tupida (podría haber sido un bikini perfectamente...). Ella lo llevó a modo de top y las braguitas de coletero, que tampoco se notaba que era esa prenda, aunque la gente la miraba extrañada por la calle: “¡¡¡va en sujetador!!!” (¡¡Dios Santo, que estábamos en Halloween!!). Aclaro: iba vestida de negro salvo la camiseta (y llevaba una chaqueta de cuero sobre "la prenda" en cuestión), no era tan insensata como para salir sólo con el conjunto gitano y parte de él en la cabeza.

“La pobre víctima” fue llevada a cenar al típico restaurante para despedidas en los que sueles ver a gente con palotes en la cabeza y cenando ordinarieces.  Por supuesto, después del postre tipo “Nacho-Vidal-de-bizcocho-a-ver-quien-se-lo-come-de-un-mordisco” que nos dieron, tocaba “Boy”. El Boy fue un “suertudo” porque ella fue su primera seducida.

Ella se sienta en mitad del restaurante, sus hermanas y “amigas” (así como el resto de comensales) miran desde las mesas como se va acercando el maromo hacia ella bailando; ella se pone roja, verde, amarilla… el arco iris. Se agarra a la silla mirando de reojo al que se le viene encima, mientras piensa “como me toque, le meto un sopapo que la siguiente se queda con el “stripper” de repuesto, si es que tienen”.  Él sólo se desabrocha los botones de la camisa; ella empieza a echar la silla hacia atrás hasta que se queda en equilibrio a dos patas. Segundos antes de que ella realice un mortal hacia atrás , silla incluida, tratando de huir del contacto físico, es capaz de decir: “¡¡es que me das muchísima grima!!”. Al comprender él que su integridad física peligraba, la dejó volver a la mesa de las arpías que le acompañaban.

Hasta aquí bien, un mal trago pero era lo que tocaba. Pero… se nos ocurrió entrar en un bar donde había mucho ambiente animado por un transformista un poco malévolo. Allí se gritaba: “¿Alguna despedida?”, y todas, Alborozo la que más, “¡¡Aquí, aquí, tenemos una de esas!!”, hasta que “la pobre victima” subió al escenario junto con un par de personas.

El transformista era un mamón con pintas, la verdad. Ordinario hasta decir basta. “La pobre víctima” aguantaba el tipo pensando “venga, que tu puedes, son solo 5 minutos y ya se acaba todo”. Inmersa en sus pensamientos para no escuchar tanta mamarrachada, vio como subía Alborozo al escenario. Fue cuestión de segundos, pero “la pobre víctima” pudo ver su vida pasar a cámara lenta mientras observaba a su hermana “la mayor” con una cara de mala leche que ni te cuento, medio en jarras y medio señalando con el dedo de acusar, leyendo la cartilla al tipejo ese, delante de… ¿200 personas?. Me cogió del brazo a la par que decía: “¡a mi hermana no le dices eso, y tú te vienes ahora mismo conmigo!”. Una pena que el teletransporte todavía no existiera, ni tuviera los super poderes de la mujer invisible. ¡Que bochorno!. Cierto es que acortó esos 5 minutos de angustia una barbaridad.

Y es que mis herman@s, cuando tienen que defender a la familia, da igual lo grande que sea el contrario. Ellos se crecen y se comen al enemigo... o lo intentan, que no es poco.

Fdo: Katoh

2 comentarios:

  1. Puff, qué horror, primero boy y luego transformista. ¡Eso no hay quien lo aguante! Me hacen eso a mí y mato a alguien... Yo quiero hermanos/as así.

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  2. Q quieres q hagamos que?
    Ya veo q ideas puedo dar para tu cuarentena... Jejeje

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