sábado, 8 de diciembre de 2012

Adicciones


Estaba viendo la televisión y he decidido apagarla del mal cuerpo que se me estaba poniendo. La he encendido justo cuando emitían el secuestro de un niño. Su único pecado era que su padre estaba metido en el mundo de las drogas.

Desde hace tiempo quería escribir sobre el tema, pero me paraba el que pareciera que estuviera intentando dar una clase moral a alguno. A parte de que me parece un tema deprimente y prefiero las cosas más amenas. Pero hasta aquí hemos llegado…

Me dan mucho miedo, me da muchísimo miedo que nuestros hijos decidan un día seguir a algún amigo estúpido que a su vez siguió a otro que era igual de idiota por “el que dirán” o “por ser igual que mis amigos”.

Por su ubicación, tenemos el “privilegio” de ser los mayores importadores de estupefacientes de Europa… anda que no encabezamos un ranking lamentable.

Ya en el colegio me espantaba escuchar que alguno se había fumado un porro, que Fulano era quien te los podía conseguir. Que me contaran las barbaridades que hacían bajo los efectos del alcohol o el colocón que se pilló alguno porque no midió lo que se fumaba.

Más tarde, cuando empecé a trabajar, mi oficina estaba en un polígono industrial con unas vistas “privilegiadas”. Desde la ventana éramos testigos directos de las noticias de la televisión: ¿qué un boxeador montaba una tienda de campaña con el fin de alquilarla para que se pudieran meter otros un pico?.. nosotros veíamos el color de la tienda; ¿qué quemaban a un chivato?... casualmente ese día comentamos que había humo; ¿qué salía una alcantarilla donde iban los drogadictos a colocarse?... ¡pero si está a 10 metros de donde aparco el coche!. El colofón fue cuando metieron en la cárcel al marido de la dueña de la empresa por tráfico de drogas. Este “señor”, junto con un amigo, intentó meter unos cuantos kilos de cocaína dentro de un cargamento de limas. Recuerdo ver la noticia en la televisión y verle a él de espaldas. No lo reconocí, pero sí comenté “¡vaya torpes!, si desde aquí se puede ver que las limas son de plástico”. Dentro de lo que cabe, su detención tuvo una parte cómica. Nos enteramos de que teníamos el teléfono pinchado en las oficinas y comentábamos “como escuchen todas las conversaciones me despiden seguro”. El día que salí de esa oficina, juré que haría lo posible porque mis hijos no conocieran esa otra “realidad”.

Este era el consumo de la clase más baja.

Más tarde y fuera de ese ambiente, una noche en una discoteca “pija” me topé con un grupo que estaba solo y apareció misteriosamente un billete muy bien enrollado en el suelo. Lo recogí e intenté buscar al dueño que sólo podía ser uno de ellos: a nadie se le había caído, por supuesto. Me quedé muy extrañada, hasta que una amiga me dijo: “Katoh…. Creo que te tengo que explicar un par de cositas porque te veo muy verde en algunos temas”. Evidentemente el billete estaba como para que le pasaran una aspiradora. Memoricé los síntomas que me dijo mi amiga y me puse a observar a la gente. Había mucha gente que consumía, pero quien más me marcó fue un chico de unos 18 años. Era un niño encantador, muy educado pero tímido a rabiar. Aunque había noches que tenía gestos muy nerviosos. ¡Qué pena me dio cuando fui consciente del por qué de su comportamiento!.

Y yo me pregunto, ¿realmente la gente no sabe el mal que les hace? ¿necesitan consumir para divertirse, tener “personalidad” dentro de un grupo, evadirse de sus problemas? ¿son conscientes de las mafias que mantienen con su consumo?. Las consecuencias de sus actos no influye solo a los que consumen, sino a todo su entorno, tanto la familia como amigos. Lo peor es que por mucho que quieran ayudarte, sólo puedes salir si tú quieres.

Solo espero que consigamos fijar bien los cimientos para que tanto Katin como sus hermanos, primos y demás sepan decir un “NO” a tiempo, y no un “una vez solo, no pasa nada… por probar”. Que en su época de rebeldía, que la tendrán porque es parte de nuestra naturaleza humana, eviten coger ese camino.

La imaginación te puede llevar mucho más lejos que cualquier estupefaciente y es infinitamente más divertido. Además, hace que tu cabeza crezca.  Su uso no implica que en el otro lado del mundo haya carteles de narcotraficantes dejando camiones llenos de muertos (por ejemplo).

Me da muchísimo miedo.

Fdo: Katoh

5 comentarios:

  1. ¿Miedo? A mí me da PÁNICO. Y no será que no les doy charlas sobre el tema, que si lo hacen para "divertirse" sin entender las consecuencias, que si mira como pueden terminar tirados por el suelo, que si destruyen el cerebro... Pero como tú dices, les tocará vivir su adolescencia, y a ver quién tira más en esos momentos, si el retumbar en la cabeza de las palabras de Mamá, o el amigo guay que se lo pasa siempre bomba. De todas formas, hay taaaaaantas cosas que me preocupan de su futuro. Y al mismo tiempo me despreocupo; si no lo hiciera, no podríamos vivir, ni ellos, ni yo.
    Muy buen post, yo también era así de "tonta". Besos.

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  2. No he querido entrar en descripciones porque el post podría ser eterno. Pero como aquí puedo... las voces gangosas, andares dejados... nos pedían dinero para un bocadillo y yo pensaba que más bien deberíamos darles un puré porque no tenían dientes.
    Poco fácil es la vida como para ponerse uno mismo más piedras en el camino.
    Intelectualmente se quedan mermados. No hay nada como ver a alguien después de 20 años para comprobar el declive físico y la falta de raciocinio que se tiene.
    A veces pienso que quizás debería coger a los niños a los 15-16 años, y meterlos a ayudar a gente con problemas de drogadicción y al alcoholismo, a ver si así se asustan.

    Una noche, exactamente la de fin de año de hace 7 años, una chica que consumía pero que quería desengancharse me preguntó sorprendida: "Ah, pero ¿tú no te metes nada?, porque tienes una vitalidad que parece que vas puesta". Le contesté que yo era así. Si tomo café parece que me he tomado 4 copas de lo acelerada que me pongo. Si tomo copas, empiezo a hablar en otros idiomas (aunque no los hable, por cierto). Si hago el bobo prefiero que sea siendo consciente de lo que hago. Quizás a veces me falta el sentido del ridículo, no se (que lo tengo, pero no para divertirme).

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  3. Yo también he pensado eso de ver y ayudar a la gente con esos problemas con los niños. Lo que si he hecho con la niña, ha sido enseñarles fotos de la famosa modelo italiana anoréxica que falleció. El problema es que siempre nos queda el "solo una vez, si es de vez en cuando, yo no voy a llegar a eso..." . Yo nunca he probado nada porque, tenía tan grabado a fuego que después de la primera, sin querer, viene la segunda, y luego la tercer, etc., que me daba pánico. Eso es lo que espero estar transmitiendo a mis hijos, y el hacerles ver que una vez que caen son enfermos, no son realmente ellos y necesitan ayuda.
    Por cierto, tengo un libro un pelín fuerte sobre el tema, si te interesa te lo paso.

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  4. Acabo de ver la película q se llama "yo, Cristina F" y creo q x un tiempo voy a no pensar en este tema. Tengo el cuerpo al revés... Q duro debe ser tener a alguien cercano con uno de estos problemas.

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