lunes, 22 de abril de 2013

DONDE ARCHIVAMOS LOS RECUERDOS

Con el paso del tiempo te vas dando cuenta de que  aquellas frases que de forma intuitiva expresan una preocupación, acaban teniendo una base científica que las sustenta. Recuerdo que, hace unos años, alguien me dijo: "Nuestros hijos no tienen memoria a largo, solo tienen memoria a corto plazo", haciendo alusión a que lo que se estudiaban lo olvidaban en dos o tres días, para nuestra desesperación.

Esa frase fue el punto de partida de un debate entre padres. Unos opinaban que solo les interesaban sus cosas, otros que eran unos vagos, otros que no eran responsables, otros que no fijaban la atención... Vamos, lo que viene siendo "poner a parir" a tus hijos de 10 o 12 años ("mea culpa" me incluyo en el debate).

Es curioso que etiquetemos a los niños de caprichosos o vagos cuando ocurren cosas de este tipo. Por ejemplo ¿quién no ha tenido un niño con otitis que pasa el día feliz y cuando le acuestas a dormir (y tu estas agotad@) empieza a llorar desesperado?. La pediatra me explicó que al tumbarlos aumenta el riego sanguíneo en la cabeza y eso hace que aumente la sensibilidad de las terminaciones nerviosas, y por tanto el dolor.

Pues parece que el tema de la memoria a largo y a corto también tiene una justificación. Los niños ni son vagos ni irresponsables, solo son niños y está desarrollando su cerebro. En la edición española de "Scientific American", hay un artículo (El archivo de la memoria.) en el que tres prestigiosos científicos en temas de neurología y biología del conocimiento y del comportamiento nos explican algo muy curioso en referencia a este tema.

Investigando cómo el cerebro interpreta el mundo exterior y traduce las percepciones y recuerdos, traen a colación el caso de un paciente H.M. que en 1953 sufría una epilepsia intratable, por lo que un neurocirujano decidió extraerle la zona afectada.

Esta zona del cerebro era el hipocampo y las zonas adyacentes a ambos lados del mismo.




A mi me parece milagroso que a una persona le abran el cerebro, le quiten esa parte  y siga viviendo. Pero milagros aparte, lo que ocurrió tras la cirugía es que:  "H.M. podía reconocer todavía a la gente y objetos, y recordar sucesos anteriores a la operación, pero el resultado inesperado fue que perdió para siempre la capacidad de crear recuerdos a largo plazo. Sin el hipocampo, cada cosa que sucedía caía rápidamente en el olvido." ..."este caso demuestra que la zona del hipocampo y el lóbulo temporal medial resulta indispensable para que la memoria a corto plazo se convierta en memoria a largo plazo."

Pues va a ser que tenemos que pensar un poquito mas. Quizá en los niños se están empezando a desarrollar nuevas conexiones neuronales en esa zona mientras crecen. 

Pero volvamos a la "experiencia de andar por casa". He observado que los niños tienen una memoria de elefante para las cosas que les gustan. Pueden memorizar cromos, dibujos animados, o la indumentaria completa de su deportista favorito durante mucho tiempo.  Mi sobrino, con tres años, identificaba a todos los corredores de fórmula 1 de esa temporada viendo su casco y sus guantes. Está claro que el factor emocional también influye en los recuerdos que guardamos. 

Un profesor enrollado, una experiencia divertida, un adulto que cuenta de forma atractiva un concepto, son el mejor ingrediente para mejorar la memoria a largo de un niño. 

Los cuentos, relatos, historias y experiencias que escuchamos y vivimos de niños, son la base de los valores y creencias que nos guían en la vida, y quedan en la zona de nuestro cerebro en la que archivamos los recuerdos a largo plazo. Cuidemos esos momentos.

Mientras, dejemos que la ciencia siga avanzando y nos cuente mas cosas sobre nuestra morfología y nuestra funcionalidad. A mi me resulta apasionante.

Ana Jover Sanz-Pastor


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