jueves, 14 de agosto de 2014

NOSTALGIA


Y una mañana te levantas y sientes nostalgia. Te gustaría volver a vivir esos largos días de playa en los que la arena y el agua del mar, se funden con tu piel.

Hacer bocadillos y preparar una gran bolsa de toallas, bañadores secos y crema, y salir de excursión a Bolonia. Olor a mar, a chiringuito,a crema solar...

Y después de ese largo día, lavarte la cara con un poco de agua dulce, ponerte algo de crema y cenar en Tarifa... en bañador, camiseta y pareo, con todo el cuerpo picándote por la arena, el sol y el salitre... pero feliz.

Y llegar a casa y ducharte, agua sobre agua, la piel y el pelo suaves. Unos vaqueros viejos, una camiseta de algodón y un gin-tonic que comenta el día, que hace planes imposibles, que burbujea en la copa mientras escuchas las olas, o quizá alguna suave melodía que, poco a poco, va relajando tu cuerpo y tu mente...

Y cuando me despierto decido hacer algo diferente, salir de esta jaula. Soy consciente de que el gorro de frío no está funcionando todo lo bien que debía, me miro al espejo y dejo atrás todo lo antiguo, empezando por el pelo.

Y aparece ante mi ese perfil de Demi Moore en el Sargento O´Neil. Una cabeza redonda, perfecta, bonita... Me sonrío... en el antiguo Egipto hubiera triunfado, hubiera sido la envidia de muchas mujeres.

Y me pregunto porqué se raparían ellos... porqué la perfección pasaba por tener un aspecto lampiño.


Te despojas de todo y eres solo tu... tu imagen ante el espejo, sin adornos, sin artificios...

Una piel rosada, lisa, casi transparente, unas ojeras incipientes, una cara maquillada tan solo por una serena sonrisa, por unos ojos cansados, algo tristes, pero con una chispa divertida... Tampoco está tan mal.

Y lloras, y ries y vuelves a soñar, a planear lo que vas a hacer cuando salgas de esto.

Y analizas tu entorno. Y lo ves diferente. Y valoras cosas que no valorabas, y rechazas otras que antes parecían seguras.

Y vuelves a montar el puzzle... con la certeza de que nada es seguro y de que aún quedan muchas piezas por cambiar. Con la secreta curiosidad de volver a descubrir cómo mañana  la vida te ofrecerá un nuevo colorido.

Y sombras, y luces, y deseas que todo termine, por que sabes que, al final, queda un tesoro por descubrir...



Te pones en píe y sigues andando, merece la pena, ya queda menos, el camino se ha suavizado...

Seguimos.

Ana

2 comentarios:

  1. Y el camino enseña, nos transforma y en sí mismo merece la pena, porque ya no seremos el mismo peregrino que lo comenzó. Nos habremos encontrado gente que se ha convertido en compañeros esenciales, que nos recogeran cuando caigamos y volveremos a caminar, quizá aligerando el macuto, abandonando mil cosas que al comenzar nos parecían imprescindibles y han perdido el sentido porque nos lastran.
    Ánimo, Ana!
    Asun

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  2. Y es así, pero en ocasiones es difícil dejar cosas atrás, pero la vida te obliga, y entonces es si o si. Admitirlo es duro, pero rechazarlo hace mas penoso el camino. Gracias Asun. Un beso
    Ana

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