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Medyr |
"Es terreno de la ciencia hablar, y privilegio de la sabiduría escuchar." Oliver Wendell Holmes
Esta semana he estado en Granada dando un curso de
Neuroeducación y Creatividad a profesores de esa Universidad.
No paro de sorprenderme de las cosas que se pueden aprender
enseñando, pero claro, en este caso, está más justificado porque los alumnos
eran maestros. Maestros a la antigua: personas que tienen grandes conocimientos
y una gran talla humana.
Os voy a contar lo que he reflexionado viéndolos. Son dos
cosas simples, que ya sabía, pero que he argumentado en mi cabeza.
Una es que un profesor ya no puede exigir que le presten
atención. La autoridad ya no se tienen, se gana… ¿O quizá siempre fue así y en
algún momento lo olvidamos? El “maestro” tiene que despertar la curiosidad,
tiene que seducir, tiene que enamorar con sus conocimientos y con su forma de
transmitirlos.
La otra cosa que he pensado es que la igualdad en la
educación no está en permitir que todos los niños aprueben, sino en abrir el
sistema de forma que cualquiera (niños y mayores) tengan acceso al conocimiento.
Porque cuando igualas a alguien por unos
baremos de notas, lo estas humillando,
pero cuando le facilitas el conocimiento lo estas dignificando.
Quizá sean unas reflexiones muy simplificadas, pero cuando
ves la serenidad de la sabiduría en los ojos de un “maestro” valoras y aprecias
la dignidad humana.
Ana Jover Sanz-Pastor
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